junio 15, 2009

Especies en peligro de extinción?

En la vida, hay calamidades imposibles de olvidar. Están las que son como la Lucía de Serrat ("no hay nada más bello, que lo que nunca he tenido; nada más amado, que lo que perdí..."), las que uno quisiera nunca haber amado y las que, a pesar de todo, le aman a uno...
En mi vida hay algunas (muchas) de las primeras, muchísimas más de las segundas y un par de las terceras.
De las primeras, creo que no hay mucho qué decir... se fueron o no las tuve (aunque en mi cabeza y mi corazón, vivieran), mientras yo más les amaba.
De las segundas ya hablaré en otro post, porque la verdad es que son casos como para Ripley.
Y de las terceras... ay, las terceras... son esos animalitos del Señor que se empeñan en quererme aunque yo cada vez que los vea, les dé un par de cachetadas psicológicas...
Estas especies en peligro de extinción son la cosa más tierna (y más aburrida) que se ha cruzado por mi adoradísima existencia, mientras yo he andado lagrimeando por una de las primeras. A su lado he tenido lo que uno llama una buena amistad, es decir: he llorado, he reído y me he lamentado por ser esta clase de mujer no ordinaria de la que no se enamoran los hombres extraordinarios...
Ellos, como buenas calamidades masoquistas, se han quedado a ver cómo moqueo por otro, mientras suspiran de amor por mí.
Las calamidades que aman a las mujeres como yo suelen ser una mezcla extraña que los hace ver -ante mis ojos- como una masa amorfa del género masculino con la que nunca, nunca, nunca, podría tener un romance. Suelen mandar mensajitos melosos en los que le desean a una que se recupere de su más reciente heartbreak, que recuerde que es la mujer-más-hermosa-que-pisó-la-Tierra y que hay muchos hombres (dícese él) que darían su reino entero por poder amar a alguien como uno.
(Ay, pero ya estoy sonando como si tuviera mil... qué horror!!!)
En mi cortísima, pero sustanciosa experiencia con esta especie -y mi amplísima experiencia con los de la primera categoría (o sea, los que me ven como una masa amorfa del género femenino con la que nunca, nunca, nunca, tendrían un romance)-, me ha hecho saber que el asunto por el que ellos me siguen amando a pesar de cualquier (sí, cualquier!!) cosa, es porque les dejo ver la partecita de mi corazón que a los otros no, es decir: ¡me ven frágil!
Ellos son testigos de los millones de veces que corrijo un mensaje hasta poderle decir "ok, como quieras", están a mi lado cuando lloro porque no me llaman o dejo estático el teléfono frente a mí, para ver si es que me contestan el mensaje; son ellos los que se aguantan el choro tremendo de "qué-tiene-ella-que-no-tenga-yo???", y me acarician el cabello sin que yo los mande a Chingatitlán de las fresas y les diga que son unos cursis... En resumen: ellos son los que me ven como NUNCA me ven los hombres que me traen arrastrando la cobija.
Esta conclusión me ha hecho descubrir, con horror, que TODOS los hombres son iguales, es decir: siempre quieren que uno sea frágil.
¿Que por qué lo digo?
Pues porque esos animalitos del señor son unos cabroncitos cuando alguien los quiere como ellos me quieren a mí... Ellos, igual que yo, tienen a sus amigas-amorfas-del-género-femenino a las que les cuentan lo que yo -inconscientemente- les hago...
Esto es, entonces, horroroso! No sólo porque los baja de mi pedestal mágico en el que no eran como los demás, sino porque me doy cuenta que tanto trato con niños me ha hecho...
...¡volverme como ellos!...
Ay, Dios... ya... ya... este post está siendo muy revelador y muy, muy, muy desagradable, porque, además, yo, que siempre los critico por portarse feítos con las chicas bla-bla-blá, hago lo mismo y me aferro a lo que nunca, nunca, nunca, va a ser...
Auuuuuuuuuuuuuuuuuhhhhh! Ay, ya me voy, porque ahora sí, como dice mi abuelita, esta cosa me ha dejado aullándole a la Luna...

PS. Perdón, animalitos del señor... Quisiera decirles que un día les haré caso (pues eso significaría que mi karma se revertiría y podría aspirar a que los hombres extraordinarios se fijaran en mí, y no en una pinche-vieja-ordinaria), pero la verdad es que mentir es pecado... Y prefiero ahorrar para comprarme mis 30 gatitos y la escalera con rueditas de mi biblioteca, que condenarme eternamente a vivir con uno de ustedes... Ouch!!!

4 comentarios:

  1. Jajaja, una especie no existe sin la otra!

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  2. Ya ves, ya ves... me das toditita la razón!!! jajajaja!
    Me he convertido en uno de ellos!!! aaaaaaaaaaaaa!

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  3. Quién dice que son los hombres los que comenzamos con eso?, es una condicion de la raza humana en general: Instinto de supervivencia :P
    Yo los llamo Salvavidas, sirven bien para mantenerse a flote pero si, son aburridos :P

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  4. No dije que comenzaran con esto... dije que lo hacen, y eso es más que suficiente...
    Instinto de supervivencia... seeeeeeeee... Lástima que a veces uno quisiera un salvavidas que en verdad me gustara...

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Chisméele a gusto, al fin que vamos para largo...