junio 12, 2009

La última y nos vamos...

La mayoría de las veces, cuando uno dice esas palabritas mágicas, el asunto consiste en quedarse mil horas más ahí clavado, pero -aunque usted no lo crea- de vez en cuando "la última" sí va seguidita de un "...y nos vamos".
Lo anterior viene a colación de un blog buenísimo que me hizo recordar una de las mejores anécdotas con una calamidad pasada.
El fulanito en cuestión y yo estuvimos juntos cerca de cuatro años (lo que, cuando uno tiene 20, es la vida entera). Él fue mi tú-vas-a-ser-el-único-en-mi-vida que todas nos imaginamos por ahí de los 16, y una de esas personas que son como una hepatitis (una vez que la tienes, te deja marcada por siempre).
Cuando la calamidad en cuestión y yo pasamos la etapa de you're-all-that-I-want, obvio, comenzamos a tener mil broncas, mismas que, obvio, intentábamos soluconar de la única manera que se te ocurre cuando tienes esa edad y has visto muchas series gringas, es decir: con sexo.
El asunto, sobra decir que era súper divertido, pero también sumamente tarado, pues, obvio,no solucionábamos absolutamente nada.
La calamidad y yo nos la pasamos "arreglando" nuestras diferencias por un largo, largo tiempo, hasta que nos dejamos (porque obvio jamás habíamos solucionado ni maiz...).
El chiste es que un par de años después de que la relación fracasó, me volvió a buscar para, ahora sí, arreglar las cosas entre nosotros.
Yo, que sigo viendo series gringas como si de eso viviera, me agarré una frase de Grey's Anatomy como estandarte, para dejarle en claro que eso de jugar al boomerang nomás no funciona, y que no podía andar yendo y viniendo de mi vida como si tuviera las llaves de mi casa (aunque se las había quedado).
Como era de esperarse, él no era Meredith Grey y no terminó yéndose, por lo que, luego de una larga-larga sesión de confesiones moquientas, decidimos que lo intentaríamos de nuevo.
Salimos unas no-sé-cuántas-pero-un-chingo de veces, hasta que otra vez empezamos a tener nuestras "diferencias".
Al principio, los dos intentamos no tocarnos mientras discutíamos, decirnos todo lo que pensábamos y llegar a un acuerdo.
-Es que no podemos andar por la vida tratando de solucionar nuestras diferencias en la cama, le dije yo muy seria.
-Tienes razón, debemos encontrar otra forma de solucionar nuestros asuntos...
El plan, obvio, no funcionó.
Un día, hartos de no arreglar ni madres, decidimos regresar a los orígenes y "resolver" nuestros problemas de la única manera que nos quedaba: yéndonos a la cama más cercana.
El asunto aquel fue memorable, de esos que se te quedan guardados en la piel por mucho rato y que te hacen seguir viendo estrellitas tres horas después de haber regresado de donde te dejó llegar.
Él, como todo buen caballero que quiere darle gusto a la niña que dejó años atrás, buscó el momento y la posición precisas para acurrucárseme y acariciarme tras la batalla.
"Fue tan lindo, eres tan hermosa, me sentí tan bien", repetía una y otra y otra vez mientras me acariciaba el cabello y me daba besitos en el hombro.
Yo, que para entonces era la mitad de lo práctica que soy ahora, intentaba concentrarme para seguir disfrutando esa calma maravillosa del después-de...
Peeeero... (sí, siempre hay un pero) ... sus palabras y besitos me sacaban de concentración, por lo que no tuve más opción que salir un minutito de mi meditación trascendental para voltearme (nada sexy, por cierto) y lanzarle un rotundo:
-¿Me das un momento?, estoy en estado zen, ahoritita platicamos.
Sobra decir que la calamidad en cuestión y yo no volvimos a salir, pues después de que no pude regresar a mi estado zen y quise más, decidimos que simplemente no estamos hechos el uno para el otro y, por más que nos esforzáramos, lo más que íbamos a lograr era tener encuentros así de vez en cuando.
Así, nuestra "última" sí tuvo un "...y nos vamos", y se convirtió en la mejor de las formas de resolverlo todo...
Desde entonces, la calamidad y yo nos hablamos para los cumpleaños, las navidades y los años nuevos, y nos deseamos todos los problemas del mundo para ver si con otra persona, el back to basic funciona igual, pero sin "... y nos vamos"...

3 comentarios:

  1. ¿Y en serio no te quedo la espinita? ¿No piensas en el hubiera? ¿Los has olvidado completamente? ¿Incluso ese último momento juntos?

    Eres mi ídola.

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  2. No, de verdad... Es que cuando estuve ahí con él, ya no sentí naditita... Te digo, lo único que quería era disfrutar ese momento, EL momento...
    Luego, ya nada...

    Y gracias por lo de ídola...

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  3. Nice! Creo que no había leído este. Ya sé, no arregló nada! pero qué demonios! es fue muy rico...

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Chisméele a gusto, al fin que vamos para largo...