mayo 01, 2018

Yo estaba acostumbrada al frío.
Y entonces, tú.
Entonces tu cuerpo cálido, tus besos, tus manos, mi piel... 
Entonces llegaste tú,  como si jamás te hubieras ido, como si ayer mismo hubieses estado, como si nada hubiera cambiado.
Y no... nada cambió. Si acaso mi cuerpo, que ya ha dado vida; su acaso mis sueños, que se volvieron más duros; si acaso mi canto, que ya no sale fácil... 
Pero nada más.

Yo estaba acostumbrada al frío. 
Y hoy, que no estás cerca, tengo helada la piel de tanto extrañarte, tengo heladas las manos de no poder tocarte, tengo frío en el alma...

Yo estaba acostumbrada al frío, amor mío, estaba acostumbrada y tú, otra vez, viniste a hacerme cálida...