"Lo bueno es que tú no eres clavada", me dijo mi estilista luego de que le conté que estoy solterita...
"¿Que noooo?", le dije, "soy clavadísima...".
-Ay, no, yo creo que eres de las que les lloran un ratito y luego, a otra cosa, mariposa.
-No, corazón, no... soy de las que guardan lutos por años y les lloran hasta que las lágrimas se acaban... soy clavadísima...
-Ay, pues no parece... por lo menos yo no te he visto así, y eso que ya te conozco hace mucho...
-Es que cuando me has visto traigo el bitchy mode encendido...
-Pues será eso...
R es como el millonésimo que me dice que tengo cara de que jamás me importa un heartbreak.
De hecho, la mayoría de la gente que me conoce me ha dicho que cree que yo soy como una frozen queen, pero no hay algo más alejado de la realidad...
Resulta, gente, que así como soy de bitch para algunas cosas, en lo del amor soy como que muy bruta. Yo, normalmente, lloro y lloro y lloro (eso sí, en solitario, porque ya suficiente humillación es llorarle a un hombre, como para que encima de todo uno lo haga en público, ¿no?), mientras me pregunto qué hice mal.
Y es que, el punto es que los hombres con los que me relaciono tienen una habilidad mágica para quedarse en silencio cuando dicen adiós. Y yo, que no soporto las no-razones, tengo otra habilidad mágica para encontrármelos por docena.
Los hombres de mi vida son como acertijos, como kinder sorpresa, como niños de preescolar guardando secretos, son... son... son... mi debilidad.
Además, soy como kamikaze, rapidito me voy en picada...
Resulta, gente, que así como soy de bitch para algunas cosas, en lo del amor soy como que muy bruta. Yo, normalmente, lloro y lloro y lloro (eso sí, en solitario, porque ya suficiente humillación es llorarle a un hombre, como para que encima de todo uno lo haga en público, ¿no?), mientras me pregunto qué hice mal.
Y es que, el punto es que los hombres con los que me relaciono tienen una habilidad mágica para quedarse en silencio cuando dicen adiós. Y yo, que no soporto las no-razones, tengo otra habilidad mágica para encontrármelos por docena.
Los hombres de mi vida son como acertijos, como kinder sorpresa, como niños de preescolar guardando secretos, son... son... son... mi debilidad.
Además, soy como kamikaze, rapidito me voy en picada...
El camino para que me vaya directito a la suicidada es así de sencillito:
1. Conozco al fulanito que, generalmente, no me gusta.
2. Hace algo que me hace pensar que pertenece a la categoría de vida inteligente.
3. Le encuentro alguna cualidad singular, como que tenga buena ortografía o haya leído a Hemingway o tenga algún interés similar a los míos...
4. Caí...
"¿Pero por qué te pasa eso, si dices que no te gustan?", se preguntarán ustedes, como yo. La respuesta es simple: NO LO SÉ.
Resulta que la mayoría de los hombres de mi vida (con sus honrosas excepciones, claro está) son bastante feos, pero eso sí, bien pintorescos...
Saben escribir poemas, o de economía, o se visten bien, o huelen rico, o me toman la cara de una manera especial, o algo así de importante... lo que los hace irresistibles ante mis ojos y mi corazón de condominio, que los recibe aun con la advertencia de mi cabeza, de que me van a partir la madre.
Mi corazón, que es medio desmemoriado cuando anda en esas artes, le hace una seña de esas feas-feas a mi conciencia, y deja entrar a la calamidad en cuestión, a la que le lloraré y le lloraré hasta derribar mi casita, cuando decida que soy muy complicada o no tengo las nalgas perfectas o alguna de las otras pinchemil razones que he rumiado en mi cabeza después de una ruptura.
"¿Cómo crees que alguien te va a dejar porque tenías las uñas cortitas?", me preguntó un amigo hace tiempo, luego de que contestara su pregunta de por qué la calamidad en cuestión y yo ya no estábamos juntos.
-Pues sí, eso me inventé, porque el cabrón no dijo nada... ya sabes, los escojo silenciosos...
-Mmmmmm... otro más....
Como podrán imaginar, mi habilidad como clavadista y su silencio no hacen la mejor de las parejas, por lo que siempre termino llorando por los rincones sin entender qué me pasa. Entonces, gente bonita, he decidido que desde hoy me los consigo bien platicadores, para que por lo menos digan adiós cuando se dan la vuelta...