junio 02, 2009

Sin metrónomo...

A veces uno anda a destiempo...
A destiempo con la historia, a destiempo con la gente, a destiempo consigo mismo...
Así, a destiempo, he andado con la mitad de los hombres de mi vida.
Cuando quiero, ellos no; cuando quieren, yo menos; cuando queremos, el tiempo no quiere...
Solos o acompañados, siempre ha sido lo mismo...
Hubo una calamidad con la que nunca hubo sintonía. Empezamos a salir para matar el tiempo, y luego fue el mismo tiempo el que nos jugó chueco...
Ojalá hubiéramos sabido en algún momento, que tres años después nos besaríamos sinceramente por primera vez...
"Pero qué jodido", de dijo un amigo cuando le conté la situación, "estar yendo y viniendo tres años, y besarse con toda el alma cuando ya no hay nada qué hacer".
Sí, que jodido... le dije con la mirada llena de nostalgia...
La calamidad en cuestión y yo nos conocimos casi por casualidad la tarde en que la calamidad innombrable apareció en mis sueños para que me diera cuenta que en verdad lo amaba. Mis amigas, sin saber ya que hacer con mi llanto, me llevaron a escuchar tocar a un grupo y ahí fue el flechazo.
Fuimos y venimos por meses , complicando y descomplicando la situación, hasta que yo me conseguí un novio que me ofrecía lo que él no.
"Yo quería estar contigo entonces", me dijo meses más tarde, cuando estaba a punto de ser soltera de nuevo y cambiaba el desamor por sus labios.
"Es que no me dijiste nada", le contesté enredada a él.
"Es que no me diste tiempo", susurró aquel...
Esa noche volvimos a jugar a ser la despareja, y así estuvimos un tiempo más.
"¿Sabes?", le dije una noche recostada en su pecho, "lo único que hubiera querido entonces, era sentir que tu corazón latía distinto cuando estabas conmigo".
"Siempre lo ha hecho", me contestó, "cuando estoy contigo, late, porque está vivo"...
La calamidad y yo estuvimos juntos hasta que la presencia del otro se nos convirtió en necesidad y el destiempo nos volvió a alcanzar...
El viernes pasado salimos en grupo: la calamidad con otra; yo, conmigo...
Creo que nunca había sentido tanto desprecio por alguien, como lo sentí por la pobre chica que se le abalanzaba a los brazos al menor descuido. Él, que había salido corriendo detrás de mí cuando el coraje se me atravesó en ele pecho y deseé un cigarrillo, no perdió detalle de mis ojos cuando recibía una caricia rubia.
"Qué jodido", dijo mi amigo, "cuando todo parece estar en su sitio, es cuando más se les alborotó la vida... ¡Qué jodido!".
Esa noche salimos del bar y llevamos a su nueva yo a casa. La chiquilla, que no hace más que quererlo, se lo comió a besos todo el camino, quizá porque pensó que así él la llevaría viva el resto del camino...
En cuanto subió al coche, la calamidad en cuestión se puso a darme explicaciones y a preguntarme si estaba molesta. "Es lo mismo que cuando trajiste a tu novio", me dijo mientras me acariciaba los cabellos...
"Entonces es por desquite", le respondí haciéndome a un lado.
"No", me dijo antes de besar mi frente y continuar hacia mis labios. "No", volvió a musitar ya estacionado en mi boca, "no es desquite, sé que se siente feo, es todo...".
"Te he extrañado mucho", acoté entonces sin esperar respuesta ni dejar de besarlo.
"Yo también, mucho", dijo entre besos del alma que siempre quise recibir de su boca.
"No quiero quedarme a ver", le dije de su nueva relación...
Y siguió besando mi rostro, de la frente a la barbilla, de la boca a los ojos... Nunca me había besado con toda el alma hasta esa noche... nunca hasta entonces había sentido su corazón, latir rápido a mi lado...
Hay veces que uno anda a destiempo... Veces que, cuando por fin se encuentran en el mismo sitio y el mismo momento, ya es tarde para cualquier encuentro...

2 comentarios:

  1. mmm...puros destiempos!! yo por eso odio el tiempo con toda mi alma!! arrghhh!! hoy me duele el corazón y aún no sé por que...

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  2. Niña, tal vez no debas de cambiar de parejas sino de reloj.
    Paciencia.

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Chisméele a gusto, al fin que vamos para largo...