noviembre 08, 2011

Timing...

Dicen que encontrar a la media toronja es como encontrar el vestido de novia perfecto: en cuanto se lo pone, una sabe que es el indicado.
R dice, en una sentencia que no da lugar a equívocos, que esas son "mamadas". Cualquiera pensaría que dice eso por ardidez, que el novio de toda la vida la dejó o que se casó con el vestido más horrendo de la historia, pero no, R es una mujer feliz -"tan feliz como una puede ser, cuando sabe que está partida", dice siempre-, con el mejor gusto del mundo para cualquier clase de vestido y tiene un par -sí, dije un par- de chicos guapos que la acompañan alternadamente a donde se le pega la gana ir.
Entonces, ¿por qué la dura opinión acerca de la media toronja? "Sencillo, es cosa de timing", es lo que siempre contesta.
"Yo sé que existe el 'amor de mi vida', lo sé porque lo tuve a mi lado, porque lo he amado como a nadie, pero eso lo sé ahora", me dijo la primera vez que hablamos del tema. "Yo jamás he tenido esa clase de certezas así, en el acto".
R afirma que a ella la claridad le llega retardada, que a veces "lo que realmente quiere" se le revela a tiempo ("a tiempo para no cagarla", dice entre risas), pero que las más de las veces es hasta luego de un tiempo, que todo se acomoda entre su corazón y su cabeza, que es la que casi siempre ha decidido todo.
Cuando tenía 24, R conoció a la calamidad en cuestión, un hombre interesante, culto y varios años mayor que ella, que la hizo sentir completa por primera -y única, añade ella- vez en su vida, hasta que las dudas empezaron a rondarle.
"Carajo, tenía 24 años, seguía pensando que el amor verdadero es el que te hace sentir maripositas en el estómago y te empapa los calzones", cuenta. "Es por eso que me aterré y forcé todo para que no decidir nada y seguir brincando de un lado al otro".
Sobra decir que su indecisión le valió la partida, nada anunciada y muy silenciosa, de la calamidad aquella, a la que más temprano que la mañana, extrañó como loca. El sentimiento ese, que R describe como "de vacío pocamadre", le ha durado hasta ahora...
"Te digo, conmigo y las pinches toronjas el problema es de timing", de que las certezas le lleguen después que al otro y se arruine así el destino predecible, estable, adorablemente rutinario y asquerosamente feliz de compartir la vida con alguien... Pero no crean que ella anda como la muñeca fea, llorando por los rincones al amor perdido, ¡no!
"El asunto es de timing, entonces yo lo he captado y le he dicho a la vida: 'tú eres una perra conmigo cuando a mí me caen los veintes, ¿no?, pues yo seré una perra mientras me caen".