Cuando pasó
(hace ya unos años atrás) y lo conté por primera vez, mis amigas pensaron que se trataba de una nueva dieta.
"A ver, a ver, cuéntame del sistema de los puntos", me decían...
Para su desgracia
(y mi vergüenza), el sistema de puntos no se trataba de una dieta, sino de la forma en la que un animalito del señor
calificaba a sus prospectos.
Como se imaginarán, yo fui una de las víctimas...
Cuando lo conocí,
A me pareció normal, es decir: aparte de dos ojos, dos orejas, una boca, dos manos con cinco dedos en cada una, dos pies
(sin revisar), una voz de lo más sexy y una trasero de concurso, tenía un tema de conversación aceptable, detalles caballerosísimo y actitud... Hasta ahí todo iba perfecto.
Platicamos un par de veces y todo era muy
normal: "me encanta tu cabello", "eres inteligente y divertida", "me gustan tus manos", "creo que eres una mujer increíble", ya saben, todas las frases tipo Humprey Bogart en
Casablanca que a las mujeres nos hacen pensar que
igual y se hace algo...
Como a las tres semanas de compartir cafés, coca colas y sandwiches mientras platicábamos,
A habló por vez primera de su sistema.
-Tú tienes características importantes para ser mi mujer
(ajá, dijo 'mi mujer'), pero hay algunas cosas que te restan puntos...
En ese momento, la verdad es que no le presté a tención al hecho de que podía existir un sistema, pues me importó más el tratamiento que le dio a las cosas, en donde parecía que YO quería convencerlo a ÉL...
Días después, el sistema de los puntos volvió a salir, ahora en una conversación mientras prendía un cigarro. "Esa actitud nociva te resta como 20 puntos, si no fuera porque eres inteligente, ya habrías caído en la bancarrota", me dijo.
Esa tarde, luego de que terminara de casi ahogarme con el humo del cigarro que tan plácidamente me había arruinado, le pregunté qué era eso de perder puntos.
"Sí", me dijo, "cuando te conocí, ganaste 20 puntos por los ojos y 10 más por la sonrisa. Luego cruzamos un par de palabras y perdiste cinco, porque imaginaba que tenías la voz más ronquita y no me gustó tanto... Luego, comentamos un par de cosas y vi que podías (sí, el imbécil dijo 'podías') ser inteligente, y ganaste 50, y así.. ganas y pierdes... es una buena forma de saber si puedes ser mi mujer o no...".
Para este momento, yo ya tenía cara de
quécarajostepasaimbécil, y me había dado cuenta de cóomo funcionaba el asunto, entonces, dado que él para mí había perdido
toooooooodos los puntos ganados, decidí caer en bancarrota.
-¿Y si te digo que me encanta el tequila?
-Pierdes 20...
-Ahhh....
-Pero no tomas mucho, normalmente, ¿o sí?
-No, no, para nada... voy con mis amigas los viernes, nada más...
-Mmmm.... menos cinco, bebedora social....
-Ouch! O sea que si te digo que en realidad me fumo una cajetilla, igual vale....
-Sí, sí, pierdes 30 puntos...
-Mmm... y la religión, ¿cuenta?
-¡Claro que sí! (expresión acompañada de una cara de
cómocarajoscreesqueno y un manoteo medio violento).
-Ahhhh... o sea que importaría mucho que no fuera religiosa...
-Sí, eso anula todos los puntos que puedas ganar por otras cosas...
-Ahhhhh... pues.... declárame en bancarrota, sin posibilidades de recuperación, ¡no soy religiosa!
Cuando terminé de decir eso, di la media vuelta y comencé a caminar. En medio de su 'conmoción', como llamó a lo que le pasó y le impidió seguirme luego-luego,
A se quedó parado un par de segundos... Cuando reaccionó, me dijo "oye, pero espérate... en serio me gustas, no tiene por qué ser así".
-No, no, corazón, sí tiene que ser así... yo caí en la bancarrota... y tú empezaste en ceros el juego...!!!