junio 22, 2009

Para ti...

Me dueles, es todo...
Mucho y por muchas razones.. en primera, porque de todos los hombres con los que me he relacionado, eras el único por el que podía meter las manos al fuego, al único al que, incluso en la ausencia y el desamor, podía decir que conocía.
Cuando descubrí lo que imaginé semanas atrás y tú negaste, se me cayó el mundo... Tú, que siempre me habías dicho las cosas 'derechas', que siempre habías encontrado la forma de hablar conmigo, que habías sido mi amigo, mi cómplice, mi espejo, mi ilusión... Tú, tú, tú... no fuiste capaz de decirme que alguien más te llenaba el corazón...
Esa noche que la curiosidad me mató, yo buscaba un motivo para llamarte, para recuperar el tiempo... no lo encontré... encontré, en cambio, un montón de líneas ardientes que me arrancaron la piel...
Seguí leyendo, esperanzada en encontrar un punto de quiebre entre la última vez que hablamos y ahora, donde pudiera encajar tu nueva vida, tu nuevo amor, y que me permitiera quedarme en paz, pensando que había sucedido de repente...
Una vez más, no lo hallé... En cambio, encontré líneas como dagas, líneas que mataban, que me hacían perder cada segundo un poco de lo que tú trajiste a mi vida, y que solía guardar en un bote que alguna vez te gustó...
Esa noche lloré, lloré mucho, muchísimo y contra mi voluntad... pues además de habérseme muerto en las manos la poca ilusión que tenía, perdí la confianza en alguien que siempre me la mereció entera... Lloré porque esa noche perdí a mi amigo, perdí mi ilusión y me perdí un poco a mí misma con tu ausencia irreparable.
Tu sorpresiva aparición de esta tarde me regresó la lluvia, la certeza de que ya no te conozco, de que quizá nunca lo hice...
¿Qué puede importarte que me haya enamorado de ti?, ¿qué diferencia hay entre el ayer y el hoy, cuando sabes que me dueles, que te extraño, que me heriste? Quizá eso, la certeza de que ganasate, por encima de muchos...
Me escribiste que sentías, que mis notas arqueológicas te habían tocado... Y por un momento lo lamenté, lamenté haber escrito de ti en ese tono, lamenté haber roto lo único que hubo de real entre nosotros: la amistad...
Y te llamé, traté de decirte que no importa, que está bien, que estaré bien... Marqué tu número para decirte que lo comprendo, que no te alcancé, pero que, pase lo que pase, aquí estoy para ti... Sonó el teléfono, sonó, sonó... y el silencio...
Me encontré con lo único contra lo que no puedo luchar y que tú sabes usar tan bien, lo único que me desarma... Por eso decidí escribirte una carta abierta, para decirte lo que no me dejas, para que sepas que una vez me regresaste la ilusión y las sonrisas, que deseé estar a tu nivel, que quise que me quisieras, que te quise más de lo que debí... y que aquí estaré, siempre.
Te quiero...

5 comentarios:

  1. No no no no!! NOOOOOOOO!!

    No! Yo sé que duele, a veces mucho mucho, pero no!!

    ResponderEliminar
  2. Tienes razón... Y seguro ni siquiera lo leyó...
    Empezaré de nuevo... ¿No quieres presentarme e alguien?

    ResponderEliminar
  3. Seguir con amistades que en realidad no son tales,y donde siempre se mueven deseos escondidos,es como un buena manera de evitar la soledad,aunque en ellargo plazo por lo general esas compañías tienden a causar más desolación. Mejor estar solo.
    Mauricio
    http://twitter.com/mauroforever

    ResponderEliminar
  4. chido, con este post te doy follow!!

    ResponderEliminar

Chisméele a gusto, al fin que vamos para largo...