mayo 03, 2009

Verdades vergonzosas...

La calamidad en turno anda desaparecido... Supongo que cualquiera en mi lugar ya hubiera dejado de pensar en él y se hubiera planteado una conquista de emergencia, pero yo no...
Dejar ir una calamidad (que, por cierto, en realidad me gusta más de lo que debería) no es lo mío.
Resulta, my dear, que cuando un hombre se me mete entre la cabeza y las rodillas, no hay santo que me lo quite de ahí, hasta que demuestre ser más imbécil de lo que lo creí. Una vez traje atorada una calamidad como por cinco años, tons ya se imaginan...
Pero bueno, yo sé que todos se preguntan por qué debería (según dicen los manuales de sanidad mental) mandarlo a "ondear changos de la cola" -as my mummy says-...
Sencillo: porque la calamidad va y viene besuqueándome a su antojo, sin saberme decir qué es lo que quiere... Sí, ya sé, aquí la tarada soy yo, y no él, pero es que cuando reviso sus razones para no saber cómo quererme, de verdad me parecen lógicas y razonables...
Resulta que, cada vez que algo verdaderamente me molesta de su actitud de ciego perdido, el chip de amiga que traigo integrado me dice que, la neta, la neta, la neta, la neta, yo estaría haciendo lo mismo...
Así pues, cada vez que quiero mandarlo al diablo, la buena amiga que vive en mi cabeza me grita "Plisssssssssssssssssssssssss... entiéndelo"...
Y ahí voy, a entenderlo y dejar que se desaparezca otra vez, que regrese otra vez, me besuquee otra vez, se vuelva a ir otra vez, y me deje esperándolo como idiota ¡OTRA VEZ!
Y... en esas estoy ahorita, esperando que regrese, como el cometa Haley... Total, no tengo otra conquista en puerta (qué imbécil soné... ora sí me pasé...)
So, si ustedes son de los que piensan que ya debería dejar atrás a mi calamidad en turno y dejar de pensar en la forma correcta de comprenderlo, les mandaré a mi buena amiga para que les diga "Plissssssssssssssssssssssssss... entiéndela...." (aunque creo que la muy mula agregará algo como: "está pendeja").

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Chisméele a gusto, al fin que vamos para largo...