mayo 22, 2009

Mira cómo tiemblo...

Cuando tiembla, generalmente no lo siento...
La mayor parte de las veces lo confundo con el mareo normal producido por mi ingesta casi nula de azúcar, y la otra parte ni siquiera me entero de que a la Tierra le dio por movernos el tapete para ver si nos ponemos en orden.
Esta vez no fue la excepción: pensé que estaba mareada y me quedé sentada, tomándome mi chai en Starbucks, hasta que les vi cara de susto a M e I, mis amigas.
"Está temblando", dijo una chica a mis espaldas, con la voz entrecortada.
Yo, que no soy miedosa con eso de los temblores (porque luego me dan a mí y ya estoy acostumbrada), me di tiempo para darle la vuelta a la mesa, tomar la bolsa y sacar el celular, sin recordar siquiera que estaba sentada en el mismo sitio donde hace 24 años se cayó un hotel.
Cuando salí del edificio, cinco pasos después de M e I, seguía temblando...
Justo frente a mí, mis ojos hallaron el monumento a la solidaridad, que fue levantado tras el sismo del 85... Entonces sí me cayó el veinte, "lo que acaba de pasar es algo serio, van dos temblores en un mes"... y me puse a tratar de llamar a quienes amo, para saber si estaban bien y para informarles que yo lo estaba. Obvio, no pude... la red estaba saturada (aún ahora sigue estándolo y mi adorado celular me repite una y otra vez "sólo llamadas de emergencia").
Ahora, como el Internet maravilloso sí funciona, puedo anunciar dichosa, que sigo viva, que no se me cayó un edificio encima... Entonces, señoras y señores, dense por enterados... y esperemos la réplica.

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Chisméele a gusto, al fin que vamos para largo...