agosto 22, 2014

Inolvidable



En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse, dice la melosísima canción. Y es cierto.

Más allá de que no puedan olvidarse, yo creo que hay amores que nunca terminan, que se quedan grabados en el alma y son una especie de ancla a lo mejor (o a veces, lo peor)  de nuestra vida.

Para C, el suyo es el que conoció en la universidad; para M, el que le presenté una noche de Jack Daniels y sonoras carcajadas; para I, ese que conoció por Twitter y le marcó los hombros un par de veces... y para mí... para mí eres tú.

La primera vez que nos vimos no imaginé que entre nosotros habría alguna vez un vínculo tan fuerte, tan definitivo, tan intenso. Te conocí por azar, porque no renunciaste cuando los demás lo hicieron, y desde entonces te convertiste en alguien entre todos mis nada.

Te comencé a querer la tarde de enero que me diste una lista que no conocí y me hiciste sentir pequeña, pero poderosa; te quise más esa mañana de marzo cuando me dijiste otro nombre y vi la sombra en tus ojos, aún más la noche de agosto que me contuviste en medio del tornado, y aún más cuando Julio me invitó a viajara a París para jugar al escondite...

Podría enumerarte miles de veces más, una por cada instante en el que me perdí en ti, por cada vez que descubrí un silencio nuevo, por cada arruga de la mano que se encontraba con la mía, por cada beso repartido en mi espalda, por cada palabra, por cada mirada, por cada vez...

Podría, pero no lo haré.

No lo haré porque sería como cerrar la puerta, como morirme sin ti...

No lo haré porque aunque digo que me basta con saber que existes, aun espero que haya un día, un instante, en que pueda verme otra vez en ti...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Chisméele a gusto, al fin que vamos para largo...