octubre 16, 2009

Cinco sentidos: vista

"Hay mucha gente viéndonos", le dije cuando puso su mano sobre mi cadera y comenzó a jugar con el elástico de mi ropa interior.
Llevábamos todo el día jugando a seducirnos: mensajes tibios, palabras trazadas en la piel y un montón de miradas que hablaban por sí mismas; por eso no me sorprendió que me detuviera un segundo para decirme que le encantaría robarme en ese instante.
"Me encanta cuando te pones falda... luces sexy, cachondísima...".
"Cachondísima", pensé... Por primera vez en la vida, la palabra me quedaba exacta.
"Nos están viendo", le repetí cuando sentí sus dedos subir por mis muslos y supe que, si no se detenía, sería mi mirada la que nos delatara.
-No seas paranoica, nadie nos ve, todos están en lo suyo...
Sus dedos, tibios, suaves, subían y bajaban por mis piernas, dibujaban círculos, espirales ascendentes que me provocaban sensaciones encontradas y que, finalmente, terminaron por hacer que diera un paso atrás...
-No te vayas... no haré algo que no quieras...
-Que nos están viendo...
-¿Y? ¿A poco no disfrutas sabiendo que mientras yo te acaricio, todo el mundo hace un sacrificio por no voltear?
Tenía razón, lo disfrutaba. En un par de ocasiones había volteado a ver las caras de quienes nos rodeaban: tensas, llenas de nerviosismo, curiosas... y me había excitado aún más, de saber que aunque todos querían saber qué era lo que pasaba debajo de mi falda, nadie se atrevería siquiera a moverse.
Ahí estaba yo, que durante tanto tiempo había huido de sus manos, dejándome seducir por ellas frente a todo el mundo, arqueando la espalda por la cascada de sensaciones que tenía... apretando los ojos, con la cabeza echada hacia atrás, las uñas clavadas en su brazo izquierdo...
-Ya me voy, dije bajito mientras daba un paso hacia atrás para liberarme del deseo. Ya me voy, repetí...
Solté su mano y alisé mi falda, respiré profundo... giré.
Caminé hacia la salida como si hubiera ganado una batalla: con la frente en alto, las piernas apretadas, el cuerpo palpitante, el aliento vivo... Pude sentir cada una de sus miradas, como hierros calientes, grabándome la palabra "puta" sobre la espalda; el peso de sus ojos cayendo sobre mí cuerpo, la fuerza de sus palabras no dichas...
Y me sentí feliz.... feliz por saber que era a mí, a nadie más, a quien pertenecía mi cuerpo...
...
"Nos vieron", escribió más tarde. "Nos vieron, y me creció el deseo".

5 comentarios:

  1. No se por qué pero la vista es mi sentido favorito, muy bueno.

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  2. a la gente le encanta andarle grabando en carne viva la palabra "puta" a las mujeres, ni te preocupes la mayoría lo hace por pura envidia y si es eso lo que los motiva pues qué mejor porque los envidiosos en el fondo se mueren por ser como tú

    y muy cierto,darse la vuelta en circunstancias como esas requiere muuucha fuerza de voluntad y dominio

    y acuérdate que ellos, cuando tienen aunque sea un poquito de control sobre nosotras ya se sienten dueños y señores

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  3. Gracias, Lex Addictive...
    Violetta: sí, les encanta... yo, la verdad, empiezo a tomarle cariño a la palabra, porque significa que soy dueña de mí, y les molesta...
    Y sí, así son ellos... pero por eso no hay que permitírselos...
    Besos!

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  4. Hey, hola!
    me encanto tu post por que alguna vez yo ya he estado en una situación similar y creeme que te entendo.
    Saludos!

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  5. Ser puta, redefine el ser libre... ser puta, redefine lo que es ser mujer. No ser puta, redefine ser oprimida, no ser puta, redefine el querer ser puta.

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Chisméele a gusto, al fin que vamos para largo...