septiembre 15, 2009

Cinco sentidos: olfato

Siempre he creído que la nariz no me funciona... soy de las que tienen que quedarse pegadas a los muestrarios de perfumes, para decidir cambiar de aroma; de las que jamás saben a qué huele un lugar o una persona, de las que se tienen que poner perfume cada dos horas para sentir que sigue oliendo rico...
Tengo un mal olfato.
Hay algunos que dicen que se lo debo a mi adicción a la nicotina, pero yo estoy segura que no es cierto: desde niña, muy niña, me ha sucedido lo mismo.
Con él siempre fue distinto...
Siempre me olió riquísimo, aunque no trajera loción...
Su aroma -entre madera y amizcle en invierno, entre arena fresca y hojas de menta en primavera- siempre me provocó cosquillas detrás de las rodillas y miel tibia entre las piernas...
Por meses, cuando recién apareció en mi vida, me fue difícil controlar el hormigueo y calmar el 'calambrito' en mi vientre... aun así, disfrutaba quedarme atrapada entre sus brazos, con la cara apretada a su pecho...
"Hueles a ámbar", me dijo un día que seguro no recuerda, dejando sonar el caracol que tiene en la garganta, mientras su aliento hacía volar mis cabellos...
Sí, me ponía caliente... aún ahora, cuando hay ya varios meses de distancia entre el día que corre y la última vez que lo vi, me sigue poniendo igual...
Mi relación con él, entre platónica y masoquista, siempre me puso la piel chinita...
"No, no podemos hacer el amor encima de la mesa", dijo alguna vez como respuesta a un amigo mutuo, como adivinando lo que yo hubiera querido hacer, como sabiendo que moría por estar con él...
Aquella ocasión, imaginé cómo oleríamos juntos... cómo sería la explosión, con su aroma y el mío mezclados, con su cuerpo en mi cuerpo, con la sal y la miel...
"Oleríamos rico", le dije años más tarde, creo que sin que siquiera alcanzara a entenderme.
"¿Qué?"... "Nada, oleríamos rico", le dije otra vez metida en su pecho...
Esa vez, como muchas más... como siempre, quizá, me quedé con las ganas...
Sí, el hombre de mis deseos sigue siendo el mismo... y su aroma (aun en el recuerdo) me sigue disparando los sentidos, aunque sepa que quizá nunca lo tenga en mi cama... aunque sé que quizá nunca sepa que antes de él, jamás había olido...

5 comentarios:

  1. Uy muñe.. qué te digo. Los aromas a mi me dan sensaciones, no recuerdo jamás exactamente qué es a lo que me recuerdan, solo me ponen triste, o feliz, o melancólica... "Piel de ámbar, corazón de selva.. ¿sabes? Te amo, y muérome de pena".... Tu olor a ámbar me lo recordó...
    Él y yo olemos a vicio, a satisfacción... A ganas que nunca van a terminar de satisfacerse... Te odio jaja me pusiste tristeeee

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  2. Yo creo que los olores son los más poderosos evocadores de recuerdos...

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  3. Los aromas son esencia de algo y se fijan como los recuerdos, son trozos de un sentido atados a la memoria y aun instante, que puede ser efímero o muy eterno, dependiendo de cómo lo queramos conservar.

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  4. Qué post tan oloroso.

    Yo, igual que tú, soy malísima para distinguir olores... a excepción de uno. Una loción Hugo Boss olor a naranja que algún día regalé...

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  5. Ella: mi olor a ámbar te trajo recuerdos... la entrada de tu comment me los dio a mí...
    Andrea: Es cierto, evocadores... peligrosos.
    Alex: Para mí, los recuerdos son eternos, como eterno el deseo... ojalá un día se combinen.
    MnS: Oloroso, oloroso... ¿A quién se lo regalaste? Cuenta el chisme...
    Gracias a todos!

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Chisméele a gusto, al fin que vamos para largo...