marzo 27, 2018

"Dame una razón, una sola, para no irme. Dime por qué quieres que me quede...", le dijo ella en la que hasta ahora había sido la noche más oscura.
La abrazó, le apretó la mano, le besó los hombros, pero siguió en silencio. "Por favor no te vayas, no quiero que te vayas...", le dijo de pronto.
"Dame una razón, carajo, una sola, que me diga que no soy la pendeja que me estoy imaginando. Dame un por qué para quedarme", respondió mientras se secaba las lágrimas.
-¿Es que no lo ves? ¿No entiendes por qué?
- No, no lo entiendo. ¿Quieres que me quede sólo para coger?, pues vas, sin preámbulos, porque será la última vez.
La conversación  había subido mucho de volumen, tanto, que parecía que estaban al otro lado del mundo, y no sentados en la misma cama.
- No, carajo, no; le dijo él mientras le tomaba nuevamente la cara. No quiero que te vayas porque te quiero, porque quiero estar contigo, coño , porque te quiero...
Y entonces el mundo se detuvo.
Por primera vez en años ella pudo sentir la intensidad del amor que los unía, la furia con que la vida los había golpeado y les había abierto el pecho... Por primera vez, desde aquella noche de enero, el mundo se detenía para ellos, y se vieron a los ojos, se besaron el cuerpo entero, se entregaron a ese rayo que los partió...
Y dejaron que se hiciera de día...

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Chisméele a gusto, al fin que vamos para largo...