diciembre 10, 2010

Tentación

A veces, las viejas notas se convierten en una tentación constante... No sé si tenga qué ver con los fragmentos de poemas que uno se puede enviar por sms o en el hecho de jamás haber besado una boca, pero el hecho es que a veces uno anda añorando brazos ajenos...
Así, justito, le pasó a E, que un día, sin más, amaneció con ganas de haber despertado cada mañana haciendo el amor con el sol y los besos de aquel recorriéndole las caderas. No, no es que su vida no le satisficiera, es que ella era como yo fui en algún tiempo: adicta a las emociones fuertes, a la adrenalina y a los "quizás" y los "hubiera"...
Ese día, E se sentó frente a su computadora y escribió un mail honesto, sinerísimo, en el que le contaba a aquel que, de vez en cuando, pensaba en él y se ponía a llorar; que a veces, cuando el sol se filtraba por su persiana, se recorría el cuerpo con un dedo y susurraba su nombre; le decía de su tristeza por las noches, y lo mucho que extrañaba escribir a su lado, aunque sólo una vez, cuando se despidieron, hubieran estado frente a frente... Al terminar, E se secó una lágrima y dio clic en "enviar".
"Me van a zumbar los oídos, de tanta pinche maldición que me va a aventar cuando vea mi nombre", se dijo bajito antes de salir de la habitación.
Como siempre, cada vez que lo pensaba, se secó los ojos, respiró profundo, carraspeó tres veces y se arregló el vestido... continuó con su vida. Era la primera vez que E se atrevía a ser tan honesta consigo misma en un texto que, a decir verdad, esperaba que aquel mandara directito al spam.
Horas más tarde,  reconoció ante sí cuanto deseaba que aquel contestara, aunque fuera una invitación a borrarse de su vida, y revisó el correo. "Pienso en ti siempre", leyó, y los ojos se le llenaron de lágrimas por lo que nunca fue...