julio 30, 2009

Clavadista

"Lo bueno es que tú no eres clavada", me dijo mi estilista luego de que le conté que estoy solterita...
"¿Que noooo?", le dije, "soy clavadísima...".
-Ay, no, yo creo que eres de las que les lloran un ratito y luego, a otra cosa, mariposa.
-No, corazón, no... soy de las que guardan lutos por años y les lloran hasta que las lágrimas se acaban... soy clavadísima...
-Ay, pues no parece... por lo menos yo no te he visto así, y eso que ya te conozco hace mucho...
-Es que cuando me has visto traigo el bitchy mode encendido...
-Pues será eso...
R es como el millonésimo que me dice que tengo cara de que jamás me importa un heartbreak.
De hecho, la mayoría de la gente que me conoce me ha dicho que cree que yo soy como una frozen queen, pero no hay algo más alejado de la realidad...
Resulta, gente, que así como soy de bitch para algunas cosas, en lo del amor soy como que muy bruta. Yo, normalmente, lloro y lloro y lloro (eso sí, en solitario, porque ya suficiente humillación es llorarle a un hombre, como para que encima de todo uno lo haga en público, ¿no?), mientras me pregunto qué hice mal.
Y es que, el punto es que los hombres con los que me relaciono tienen una habilidad mágica para quedarse en silencio cuando dicen adiós. Y yo, que no soporto las no-razones, tengo otra habilidad mágica para encontrármelos por docena.
Los hombres de mi vida son como acertijos, como kinder sorpresa, como niños de preescolar guardando secretos, son... son... son... mi debilidad.
Además, soy como kamikaze, rapidito me voy en picada...
El camino para que me vaya directito a la suicidada es así de sencillito:
1. Conozco al fulanito que, generalmente, no me gusta.
2. Hace algo que me hace pensar que pertenece a la categoría de vida inteligente.
3. Le encuentro alguna cualidad singular, como que tenga buena ortografía o haya leído a Hemingway o tenga algún interés similar a los míos...
4. Caí...
"¿Pero por qué te pasa eso, si dices que no te gustan?", se preguntarán ustedes, como yo. La respuesta es simple: NO LO SÉ.
Resulta que la mayoría de los hombres de mi vida (con sus honrosas excepciones, claro está) son bastante feos, pero eso sí, bien pintorescos...
Saben escribir poemas, o de economía, o se visten bien, o huelen rico, o me toman la cara de una manera especial, o algo así de importante... lo que los hace irresistibles ante mis ojos y mi corazón de condominio, que los recibe aun con la advertencia de mi cabeza, de que me van a partir la madre.
Mi corazón, que es medio desmemoriado cuando anda en esas artes, le hace una seña de esas feas-feas a mi conciencia, y deja entrar a la calamidad en cuestión, a la que le lloraré y le lloraré hasta derribar mi casita, cuando decida que soy muy complicada o no tengo las nalgas perfectas o alguna de las otras pinchemil razones que he rumiado en mi cabeza después de una ruptura.
"¿Cómo crees que alguien te va a dejar porque tenías las uñas cortitas?", me preguntó un amigo hace tiempo, luego de que contestara su pregunta de por qué la calamidad en cuestión y yo ya no estábamos juntos.
-Pues sí, eso me inventé, porque el cabrón no dijo nada... ya sabes, los escojo silenciosos...
-Mmmmmm... otro más....
Como podrán imaginar, mi habilidad como clavadista y su silencio no hacen la mejor de las parejas, por lo que siempre termino llorando por los rincones sin entender qué me pasa. Entonces, gente bonita, he decidido que desde hoy me los consigo bien platicadores, para que por lo menos digan adiós cuando se dan la vuelta...

julio 29, 2009

Cambio de actitud

Mi sis lleva diez años diciéndome que soy una santurrona, los mismos que yo llevo diciéndole que es medio exagerada.
Sin embargo, hoy no puedo negarlo, las evidencias me delatan.
Señoras y señores: Soy una santurrona.
Hablando con una amiga, surgió el tema del "one night stand", mismo que de inmediato me hizo sentir como la mujer más atrasada de la modernidad, ya que fui criada en Tabulandia, donde esas cosas simplemente no pasan.
"¿No mames que eres de las que besan y ya quieren noviazgo?", me preguntó cuando le dije que la frasesita esa no la traía programada.
"No, bueno, no tanto así", pensé de inmediato, pero luego no tuve más remedio y terminé diciéndole que la meritita verdad.... algo así.
Ella, que se caracteriza por ser honestísima, me dijo que aunque sonara muy romántico y toda la onda, uno no puede vivir en Wonderland y tener SPR toda la vida, pues por cosas como esa, mi corazoncito quiere cambiarse de casa...
Yo, que en ese momento comencé a hacer un conteo de las veces que mi sis me dijo que estaba tarada y que debía modernizarme, no pude hacer más que llegar a la conclusión de que es una vergüenza que a mis dulces 25 salga con ese tipo de pendejaditas que, además, ni me quedan...
O sea, soy la que ama Halloween y tiene complejo de amazona; la que encuentra equilibrio en el vértigo, la que quiso a un hombre compartido, así, compartido; la que besa a quien esperan, la que puede decir "la última y nos vamos", la que se sabe de memoria la forma de abrir puertas, ventanas y cortinas; ¿no? ¿Entonces de dónde madres sacó mis telarañitas del siglo XIV?
No lo sé... pero el punto es que esta noche he decidido que no las tendré más.
Y aunque aún no sé bien cómo es que le haré, me arriesgaré para dejar de tenerle miedo a la culpa... ¿me ayudan?

julio 26, 2009

La noche de anoche...

La última vez que besé a un chico al que recién conocía, tenía trece años y el corazón limpio...
Entonces no sabía de un montón de cosas que hoy sí, y recordaba otras que ahora no... era, sin duda, otra persona.
Por esas fechas, no sabía yo de deseos, ni de complicaciones, ni de complejos o tabúes... era yo, en ese entonces, aún una virgen de la vida...
Luego, con el paso del tiempo, fui teniéndole miedo a dejarme llevar... comencé a pensar en qué pensarían los otros, y la vida se me complicó...
Ayer, sin embargo, me arrebaté y terminé compartiendo besos y suspiros con una nueva calamidad...
No sé en qué suertes, la mente se me nubló y dejé de pensar en el qué dirá... y acepté sus besos y caricias, sus palabras... y me olvidé de todo, y me sentí de nuevo "linda" cuando me lo dijo...
...y el tiempo se hizo corto, y las palabras que siempre me acompañan, nulas...
Hoy, no sé para dónde vaya, pero sé que hice bien cuando me dejé alcanzar por la locura...

-Ya vete...
-Sí, ya me voy... si no, puedo seguirte besando por mucho tiempo...

Hubiera querido decirle entonces: "quédate"...



Nota de la R. Desde hoy, la calamidad ex-presente será conocida como la calamidad espejo...

julio 23, 2009

(IM)Predecible

Llevo 25 años escuchando que las mujeres somos difíciles, incomprensibles e histriónicas...
Y sí, los rumores son ciertos, aunque a la lista famosa yo agregaría que las mujeres somos: pre-de-ci-bles.
Sí, así como lo leen: predecibles.
"¿Por qué?", se preguntarán algunos; "¿de qué habla esta loca", dirán otros... pues aquí va la teoría.
Las mujeres funcionamos como la tercera ley de Newton: "a toda acción corresponde una reacción, en la misma magnitud, pero en sentido contrario".
Todo en nosotras tiene una razón de ser: nuestras hormonas, nuestras neuronas, nuestras células completas... Así, los hombres pueden esperar que cuando decimos "mira que zapatos tan hermosos", signifique que los queremos; que cada 28 días estemos insportables y lloremos por todo, que iniciemos una relación y esperemos monogamia, que la respuesta a la pregunta "¿cómo me veo?" nunca sea correcta y otro montón de cosas predecibles que solemos hacer, decir o pensar.
En cambio, los hombres son personas curiosas... curiosas e impredecibles.
"No somos impredecibles!!!!", me escribió alguien en un mensaje hace unos minutos, teniendo la voz de todo un género en sus dedos.
Sin embargo, yo tengo una teoría que dice lo contrario.
Resulta que los hombres no cambian de humor constantemente ni suelen lanzar indirectas cuando quieren algo, no.
En cambio, una noche pueden jurarte amor eterno y al día siguiente, simplemente haber dejado de amarte; pueden estar de muy buen humor por la mañana, pero si hubo algo en su día que lo hiciera enojar (aunque no lo digan), cambiará de humor hasta que alguna otra cosa que nosotras desconocemos, suceda...
Culturalmente, los hombres no están acostumbrados a decir qué pasa por su cabeza (mucho menos por su corazón), so, uno nunca sabe qué puede pasar. No dicen "te quiero" con regularidad, ni se la pasan señalando objetos adorables cada vez que salen de compras (es más, casi nunca salen de compras), por lo tanto, es difícil saber qué es lo que quieren, y cuándo lo quieren...
¿Alguien ha intentado comprar el regalo perfecto para un hombre? ¡¡Nunca es lo que quieren!!, aunque se la hayan pasado tres meses hablando de ello con sus amigos...
Lo mismo sucede cuando se trata de chicas: pueden estar muy interesados en alguien, al grado de sacrificar muchas cosas por estar con ella... pero un día, simplemente esa chica que les robaba el sueño dejó de ser la indicada y, simplemente, se van.
La impredecibilidad de un hombre es tal, que he decidido dejar de esperanzarme en, algún día, alcanzarles el ritmo... aunque... como soy mujer, lo más seguro es que mañana me olvide de mi propósito y vuelva a buscar la forma correcta de darle gusto a alguien...
Ni modo, soy predecible...

julio 21, 2009

Dentista vs Ginecólogo

Siempre he querido tener una sonrisa perfecta...
Algún día pensé que la tendría si me lavaba los dientes tres veces al día y usaba hilo dental, pero no, no fue suficiente...
Resulta que necesito braquets, y aunque lo he tratado de evitar por más de diez años, es hora de que enfrente el destino.
Resulta que hoy fui con el dentista para ver qué rayos necesitaba hacerme para ponerme los instrumentos de tortura y pena capital que llevaré por cerca de dos años... resultado: pasé la hora más larga de mi vida, sufriendo porque tengo la boca chiquita...
Luego de miles de fotografías de frente y de perfil, por dentro, arriba, abajo y de rayos X, llegué a la conclusión de que ir al dentista es una experiencia más traumática que la visita al ginecólogo.
No, no estoy siendo exagerada, de verdad...
¿Que quieren pruebas?, adelante...
Llegué al consultorio con toda la buena voluntad del planeta para que me tomaran todas las impresiones del mundo. Ahí estaban dos hombres con aparatos terroríficos diseñados para meterse en mi boquita...
"Una vez tuve un novio que estudiaba para ser dentista", les dije...
"¿Y qué pasó?", me preguntaron.
"Pues lo dejé... no me gustan los dentistas".
Como si fuera desquite, primero me hicieron morder una cosa espantosa que ponía derechos mis dientecitos chuecos, luego les sacaron fotos mientras intentaban hacerme la plática... además, usaron separadores para mi boquita, que les estorbaba para exponer mi sonrisa, y ¡¡¡me echaron aire!!!
¿Acaso saben lo espantoso que se siente tener la boca abierta, con las comisuras al borde del llanto y el aire helado recorriendo mis adoradísimos dientes?
Bueno, pues en algún momento entre las fotos de perfil y las de la dentadura superior, a los horrorosos hombres se les ocurrió que deberían tomar impresiones de mi mordida... obvio, como tengo la boca chiquita, las cosas esas que usan para poner la pastita mágica eran demasiado grandes, así que (chan, chan, chan, chaaaaaaaaaaan) me pusieron una de niños (esa fue la única parte padre, porque pedí que usaran una rosa, ;P).
Peeeeeeeeeeeeeeeeeero... cuando estaban por meter la cosa esa en mi boquita, a uno de los horrorosos hombres se le ocurrió la maravillosa frase "tienes que morder, no sabe feo, pero puedes sentir algo en la parte de atrás"....
¿Que quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee?!!!! Que alguien me explique a quién, en sus cinco sentidos, se le ocurre utilizar esa frase cuando tiene a alguien que odia a los dentistas, a su merced!!!
Al terminar con todo el trauma, que me hizo repetir mil ochocientas cincuenta y cuatro veces en mi mente que lo hacía porque quería una sonrisa perfecta, el otro señor horroroso me dijo: "tómalo por el lado amable, cuando termines con todo esto quedarás aún más guapa de lo que estás"...
Cuando escuché esa frase, la idea que me rondaba desde la primera mordida: ir al dentista es más traumático que ir al ginecólogo...
¿Por qué? pues porque este último por lo menos te dice "tranquila, todo estará bien, relájate", no es hipócrita ni te dice frases hechas y no te echa aire helado para que se te reseque todo....

julio 20, 2009

Cafecitos... ejem, ejem...

No suelo ser muy social... de hecho soy de las que pueden cambiar una fiesta súper concurrida por una copa en solitario...
Sin embargo, hay gente con la que realmente disfruto salir, especialmente porque nunca salimos a lugar alguno, y nos recluimos en casa de alguien a beber alegremente...
El viernes pasado fue una de esas ocasiones en las que compartimos experiencias y copas...
A esta reunión llegó alguien a quien no conocía, D, la ex de una amiga, M, que resultó estar más loca que todos, y que me hizo pensar en mis adoradísimos lectores cuando dijo la frase célebre de la noche, que hoy traigo hasta aquí.
Eran cerca de las dos de la mañana y la conversación giraba en torno a la forma en la que las personas se hacen tontas cada vez que buscan una "forma decente" de decir que mueren por acostarse con alguien.
D nos escuchó en silencio mientras los demás contábamos historias diversas, que iban desde la vez que alguien pidió unos apuntes de matemáticas (pretextos mensos), hasta quien habló por teléfono sólo para recrear una plática con sus amigas; hasta que finalmente abrió su boquita...
-Pues... S me llamó hace como dos semanas para invitarme a tomar un café, le dije que sí y pasó por mí. Ya en el coche, me preguntó a dónde quería ir y le contesté: "Mira, me llamaste porque querías acostarte conmigo, yo acepté porque quería acostarme contigo, entonces no me preguntes a dónde vamos, que ya sabes".
Cuando terminó de contarlo y pude cerrar la boca de la impresión, lo primero que hice fue pensar en ustedes, queridísimos, para que nadie, por ningún motivo, me vaya a permitir jamás contestar de esa manera (bueno, sí, no se burlen, ya sé que primero debería tener quién me invitara un café...).
De verdad que me impactó, y aunque no pude evitar alabar su valor para contestar de esa manera, la verdad es que me dio una pena tremenda por cada vez que yo he aceptado una invitación a un café y ha terminado en besos... y por cada vez que la he aceptado esperando que suceda...
So, la próxima vez que me inviten un café, no podré evitar reírme un poco, del recuerdo...

julio 18, 2009

La política del sexo

Kate Millet

Nadie discute que el sexo
es una categoría en el mundo de la pareja:
de ahí la ternura y sus ramas salvajes.

Nadie discute que el sexo
es una categoría familiar:
de ahí los hijos,
las noches en común
y los días divididos
(él, buscando el pan en la calle,
en las oficinas o en las fábricas;
ella, en la retaguardia de los oficios domésticos,
en la estrategia y la táctica de la cocina
que permitan sobrevivir en la batalla común
siquiera hasta el fin de mes).

Nadie discute que el sexo
es una categoría económica:
basta mencionar la prostitución,
las modas,
las secciones de los diarios que sólo son para ella
o sólo son para él.

Donde empiezan los líos
es a partir de que una mujer dice
que el sexo es una categoría política.

Porque cuando una mujer dice
que el sexo es un categoría política
puede comenzar a dejar de ser mujer en sí
para convertirse en mujer para sí,

constituir a la mujer en mujer
a partir de su humanidad
y no de su sexo,
saber que el desodorante mágico con sabor a limón
es fabricado por la misma empresa que fabrica el napalm
saber que las labores propias del hogar
son las labores propias de la clase social a que pertenece ese hogar,
que la diferencia de sexos
brilla mucho mejor en la profunda noche amorosa
cuando se conocen todos esos secretos
que nos mantenían enmascarados y ajenos.

julio 16, 2009

Sueños de tres noches de verano

La calamidad ex-presente reapareció...
No, no crean que vino a visitarme, me llamó, me escribió un mensaje o me envió un twitt, no. La calamidad ex-presente se vino a aparecer en mis sueños.
Fueron tres noches, las que el susodicho se acurrucó en mi subconsciente y apareció cuando más dormida estaba.
En la primera, venía a buscarme y yo no lo reconocía. Hablábamos por el interfón de la casa, pero yo no me explicaba cómo era posible que yo no lo conociera, si conversábamos tan amenamente.
En la segunda, me llamaba por teléfono y, aunque reconocía de inmediato su voz, la pantalla de mi celular decía que era otra persona... otra vez era, pero no.
La vez más reciente fue anoche, cuando veía su cara desplegada en toda la pantalla de mi computadora y yo, que sentía que era una alucinación, la cerraba. Cuando la abría de nuevo, él seguía ahí, pero no podía hablarme, y aunque yo podía escribirle cosas, no había forma de retroalimentación.
Cada una de las veces, desperté en medio de la noche con una sensación de vacío y una duda insoportable quemándome la cabeza "¿qué quiere decir mi sueño?".
Según mi psico, los sueños son el reflejo de tu subconsciente, que viaja hasta un estado en el que no los puedes detener para hacerte ver cosas que no quieres ver. Dice también, que todos tienen un significado que está estrechamente relacionado con la propia realidad y que, por lo tanto, uno debe tratar de ir tejiendo los hilos que te permitan saber qué quiere decir, pues todos los elementos de tu viaje onírico te representan a ti mismo.
Así, siguiendo sus enseñanzas milenarias, cada noche me senté en la cama para tratar de dilucidar el contenido.
El resultado era algo así:
"Sueño con él porque es como mi alter ego masculino... Hablo con él, seguro quiere decir que hablo conmigo misma -o que debo hacerlo-; el interfón es, segurito, la barrera que pongo entre mi yo racional y mi yo emocional... mmmm... no lo conozco, eso quiere decir que no me conozco... ¡Ajá! Entonces el sueño quiere decir que debo prestarme atención para conocerme, rompiendo la barrera entre mis yoes".
Al día siguiente, algo así:
"Su llamada segurito significa que necesito un medio de comunicación efectivo y, como lo único con lo que siempre cargo es el celular, por eso... que el ID sea distinto significa que ¿tengo personalidad múltiple?, ay, no!... que... que... que soy como dos personas distintas. Entonces, el sueño quiere decir que debo encontrar la forma de acoplar a mis yoes".
Por último, fue algo así:
"Si se aparece así, es porque seguro no me estoy prestando atención en mis pensamientos... sí, debo tomar más en serio lo que pasa en mi cabeza".
El chiste es que, cada noche, me volvía a acostar con un 'significado' y el mismo vacío en el cuerpo... "¿estará bien?, ¿le habrá pasado algo?", pensaba mientras el sueño me regresaba y me podía convencer de que la puritita verdad estaba en mi análisis maestro.
Hoy, que regresé a terapia, muy orgullosa le conté a mi psico que había podido hacer una análisis de mis sueños y que se lo iba a contar. Él, muy valiente, se aventó mi rollo mientras anotaba en su libretita amarilla... "ajá... sí... ¿qué más?", me decía cuando yo le presumía mis conclusiones...
Cuando terminé de contarle, mi psico dejó su libretita amarilla y me dijo: "el punto es el siguiente: me da mucho gusto que te hayas esforzado en sacar tus conclusiones, pero en este caso, el sueño no era una representación tuya, sino la representación de un deseo que no puedes llevar a cabo".
-¿Como irme de vacaciones a Europa y nunca jamás de los jamases regresar?, le dije yo, medio jugando.
-No, no... se trata de que si en todos los casos te sorprende, no lo conoces o no sabes cómo pasan las cosas, quiere decir que...
-¿Que quisiera no conocerlo?, le dije medio espantada...
-Sí, que quisieras no haber conocido esa parte que te lastimó y, en cambio, quedarte sólo con la parte que te hacía feliz. Es como que quisieras regresar a donde las cosas estaban increíbles...
-No quisiera conocerlo.... no quisiera conocerlo... y entonces ¿no sería más fácil que mi mente lo bloqueara como los recuerdos traumáticos?
-Sí, sería más fácil, pero así no aprenderías y no sanarías eso que pasó...
"O sea que soy masoquista", pensé. "Podría borrarlo y sólo quedarme con lo padre, pero escojo siempre la parte complicada..." Carajo!

julio 14, 2009

Por culpa de Beverly Hills...


Para los que nacimos en la década de los 80, Beverly Hills 90210 fue una de las series más importantes de nuestra adolescencia.
En ella tenían vida los dramas más dramáticos de la vida: "me gusta tu novio, pero somos amigas", "¿cómo le diré a mi amiga que ando con su ex?", "él quiere que yo le mienta a mi amiga para salvar su relación, pero no soy tan bitchy", etcétera, etcétera, etcétera... (Como verán, cosas importantísimas, ¿no?)
El punto es que la bendita serie fue una de las más influyentes de la época...
Todas queríamos ser Kelly y andar con Dylan; nos sentíamos como Brenda cuando pasaba lo anterior, y buscábamos un novio como David, que andaba con Donna.
Todas creíamos tener un Steve esperando por nosotras, y fuimos un poco Andrea cuando el fulanito que nos gustaba no nos pelaba, o como Donna, cuando teníamos una bronca (era taaaan emocional)...
Total que así crecimos, con enredaderas emocionales que -según nosotros- nos retrataban a la perfección y relaciones que no llevaban a ningún lado, pero que cómo nos divertían.
Con los años vimos a todos enfrentar divorcios, infidelidades y... a Kelly dejar en el altar a Brandon (trauma!)... y, sin darnos cuenta, empezamos a vivir un poco como en BH (sin los autos de lujo y las casas en la playa, of course).
Así, formamos grupos de amigos que se relacionaban entre sí, y que daban vueltas y vueltas hasta llegar a ..... na-da...
Mi caso, como imaginarán, no fue para nada diferente.
"Tengo una amiga que tiene un novio que tiene un amigo con el que yo ando, y que le presentó un amigo a otra amiga para que anduvieran".
Sí, de verdad me pasó... sólo que yo fui la última que llegó a la cadenita. La historia completa se las contaré después, pues en este momento no se trata de eso, sino de el hecho de que hoy descubrí que BH 90210 me traumó para siempre.
"¿Por qué?", se preguntarán todos.
Pues porque hoy descubrí, gracias a mis amigas M e I, que mis relaciones son casi siempre, como un guión de la serie (no, queridos lectores, no hay calamidad, fue sólo un análisis). ¿Quieren ejemplos?, ok!
Resulta que tengo un ex que tiene un amigo que quiere conmigo, pero que no me dice nada porque el ex se enoja (bueno, para ser honestos, si me dijera no le diría que sí, tonssss así estamos bien), pero que cada vez que puede, me dice que soy como un billete de mil pesos tirado en la calle: "algo increíblemente maravilloso".
Por otra parte, tengo un amigo, muy buen amigo (que fue mi ex hace mucho tiempo, y con el que hasta hace unos meses parecía que algo nos uniría por siempre) que me llamó el fin y me dijo: "Vi tu mensaje (donde le avisaba que mi operación había salido bien), pero no te pude contestar porque estaba con ella, y hasta ahorita pude llamarte (cuando acababa de dejarla en su casa, ajá?). ¿Cómo estás?, ¿cuándo nos vemos para comer?".
Como verán, estos son apenas dos simples ejemplos de que mis relaciones son de la clase BH: enredaderas emocionales que no van a ningún lugar.
El punto no me preocuparía tanto si yo fuera Kelly y tuviera un Brandon y un Dylan esperando en la puerta de mi casa, a los cuales pudiera dejar plantados en el altar para convertirme en ¿madre soltera? (ok, esa parte de la serie estuvo medio rara, pero bueno...), pero no: YO SOY UN HONGO!
Entonces, he decidido enviar una carta a los creadores de la bendita serie, para que hagan un cambio en el argumento, de modo que la historia pueda serle favorable a millones de mujeres como yo, que vivimos esa generación y nos aprendimos de memoria las enredaderas. Además, la petición incluirá un apartado especial para que dejen de traumar jovenzuelas en peligro con la secuela de la serie (90210), en la que -otra vez- Kelly y Brenda se pelean al chico, mientras happily-ever-after Donna les da consejitos y las chicas de la prepa se enredan en sus relaciones y, además, se meten drogas, se vuelven anoréxicas y se embarazan (les digo, esto es un peligro)...
So, mujeres del mundo, ¿se unen a la pétición?

julio 13, 2009

Debería ahorrar...

Para mí, ahorrar es equivalente a dejar de fumar...
Simplemente no puedo hacerlo.
La única diferencia que existe entre ambas cosas es que la primera sí quiero hacerla, y la segunda, no (aún).
Año con año, cuando hago mi lista de propósitos para los 365 días siguientes, ahorrar es el número uno. "Debo ahorrar", me digo noche y día, mientras hago un listado anexo de para cuántas cosas debo salvar mi dinero: "para comprarme una cartera CH", "para regalarme un viaje a NY por mi cumpeaños", "para comprar los bellísimos Stuart Weitzman que me hacen ojitos en Antara", "para mi nueva compu", "para un coche", para, para, para...
Ahorrar se ha convertido en una obsesión... algo como escribir un libro antes de los 30 o volver a usar un vestido strapless negro que sólo me puse una vez: algo que debo hacer. Lamentablemente, como ser la talla uno que alguna vez fui, me es im-po-si-ble. No importa qué haga o cuánto me mentalice, es algo que simplemente se me niega...
No soy de esas personas que pueden separar dinero o que simplemente pueden dejarlo en su cuenta de ahorros... yo, simplemente, tengo dinero y me lo gasto.
"Te quema las manos", me dijo mi mamá una vez y es muy cierto. El dinero inocupado (aunque sea en lo más estúpido del planeta) me produce algo así como una alergia... debo acabar con él.
Como imaginarán, casi siempre termino con mi sueldo antes de que me alcance a comprar lo que vi tres días antes y me enamoró.
"No es cuánto gastas, es cuánto ganas", dijo una vez alguien que me hizo sentir inocente, pero que no tenía nada de razón. Si no, ¿cómo hace la gente que sobrevive con un salario mínimo y mantiene a ocho integrantes de su familia?
Yo, que soy una y gano más de un salario mínimo, no puedo tener un "guardadito"...
Pero el asunto es todavía más grave, pues el ahorro no se refiere únicamente a dinero, sino a toooodo lo que se puede ahorrar: energía, luz, costos de celular, tarjetas de crédito, agua, palabras, calorías y una larga lista de etcéteras...
Soy una pésima ahorradora, tanto, que he llegado a pensar que debería asistir a un grupo de ayuda donde, al salir, me den un cochinito de cerámica para empezar a poner ahí todas las monedas de las que tanto me quejo (es que pesan... entonces, me las gasto!).
Como no tengo tiempo para hacer esas cosas, he decidido que ustedes, lectores imaginarios, serán mi grupo de autoayuda... So, "Hola, soy yo y soy una pésima ahorradora"...

PS. ¿Y mi cochinito de cerámica?

julio 12, 2009

Botones de menos...

Para Pau

Tenía diez u once años cuando cambié mi camiseta por un corpiño... El asunto, honestamente, no era necesario, pero para mí era lo más sexy que podía ocurrírseme (qué lejos estaba yo, de saber sobre cosas sexy).
Unos meses después, mi mamá, que sabe de cosas sexy, me regaló mi primer brassiere: un Petite Dior blanco con filos rosas, de corte muy similar a los bras de Skinny que una vez traté de ponerme. El regalo me resultó, ahora sí, el pararayos de la sensualidad... yo, una pre-adolescente arrogante y antisocial, usando un brassiere cuando nadie más lo necesitaba.
La emoción de usarlo me duró hasta que mis compañeras se empezaron a retrasar en ello y comencé a ser la única que realmente lo necesitaba.
Luego vino la moda de las superflacas y la mitad de mis "adoradas" compañeras se volvieron anoréxicas, por lo que menos necesitaron un brassiere... y yo me traumé porque no podía fingir tener un 32AA, cuando tenía un 34B...
"¿Por qué no soy plana?", me pregunté día y noche por años y años... "¿por qué no soy plana?", decía con la vista en el cielo cada vez que veía a quienes podían ponerse camisetitas sin mangas (y sin brassiere), porque tenían menos busto que el más delgado de los niños de mi salón...
"¡¿Por qué, Señor, por qué no soy planaaaaaaaa?!"... dije millones de veces en mis oraciones hasta que... me vi en un vestido de noche y descubrí la magia...
Era mi salida de la secundaria y yo llevaría un discretísimo vestido rosa que mi abuela había elegido. Mi mamá, que siempre me ha dado gusto, descubrió en mis ojos la más terrible frustración cuando me vi con él, y accedió a comprarme otro modelito: uno color crema de tirantes delgaditos que dejó a más de uno con el aliento contenido...
Esa noche, no sólo bailé con quien quise y tomé cuantas medias de seda quise, sino que también descubrí que eso que tanto me había hecho enojar, era motivo de deseo...
"Cuando necesites algo rápido, y dependa de un hombre, usa un buen escote", me dijeron como secreto cuando cumplí 15 y fue legal sentirme mujer... Nada más cierto, pues poco a poco me fui dando cuenta de cuántas puertas, ventanas y cortinas podía abrirme...
Con los años, descubrí que maravillosamente yo no soy plana y tengo lgunas ventajas sobre las que apenas rellenan un bra de Skinny...
Hoy, orgullosísima de mi copa C, no dudo en asegurar que casi cualquier cosa puede ser solucionada con un botón de menos y un buen brassiere: desde la mesa en el restaurante, hasta el doble shot de café, los trámites simples y complejos, y el enojo de un novio...
"Cuando necesites algo rápido, y dependa de un hombre, usa un buen escote", fue mi primer consejo de mujer... y uno de los mejores que he recibido...

julio 09, 2009

Montaña rusa


"Yo soy como la montaña rusa", me dijo alguna vez un chico bastante chico, pero que resultó tener algunas de las grandes verdades del mundo en su boca.
Yo, que en ese momento no entendí a qué venía el comentario de la montaña rusa en medio de una conversación sobre lo difícil que es encontrar a alguien que verdaderamente te entienda, le pregunté de inmediato a qué se refería.
"La gente", me dijo, "es adicta a las emociones. Le gusta estar y no estar, divertirse sin compromisos, tener el poder de abrir las puertas cada mañana y descubrir una nueva aventura... en fin... le gusta subirse a la montaña rusa...".
Eso es muy cierto, pensé, y esa es una de las cosas más difíciles de compaginar con una pareja convencional... En mi caso, busco el equilibrio en el vértigo, disfruto del poder de ser libre, de la oportunidad de ver hacia todos los puntos cardinales sin tener un par de blinkers como los caballos de carreras... disfruto mi libertad, aunque puedo compartirla...
"¿Y entonces?", le pregunté para que siguiera.
-Entonces, la gente ama las montañas rusas, pero nadie en su sano juicio pondría su casa ahí arriba... para eso se necesita estar en tierra firme...
"Cierto, muy cierto", dijimos una amiga y yo, que escuchábamos atentamente.
Yo jamás me quedaría con alguien que no me dé un poco de equilibrio, que no me deje usar mis alas porque piense que jamás regresaré... Yo necesito alguien que me pueda ofrecer eso y que esté dispuesto a recibir lo mismo...
"Por eso soy como la montaña rusa... porque nadie en su sano juicio pensaría en mí como el chico bueno con el que se pueden quedar... carajo, soy con el que cojen, no con el que quieren criar a sus hijos", dijo.
Y ahí salió el otro peine... el que va directito al futuro, el que dice que las subidas y bajadas espontáneas no son la mejor forma de formar una familia, el que obliga a ser decente sin que sepamos exactamente qué quiere decir esa palabra...
"Con quién criar a mis hijos", repetí totalmente ensimismada en mis pensamientos... De todos los hombres que han cruzado mi vida, la mitad de ellos no corresponde a la categoría de "será buen papá" que uno puede ver en algunos.
Nadie en su sano juicio pone su casa arriba de la montaña rusa... No... quizá en una rueda de la fortuna, en un carrousel, en las sillas voladoras... pero jamás en una atracción extrema que te puede hacer subir y bajar el estómago con la misma facilidad que tendría para dejarte en el mismo sitio donde te recogió... jamás.
Por eso los hombres y las mujeres vemos diferente a cada persona, por eso los categorizamos, por eso nos subimos una y otra vez al juego, por eso somos a veces el juego... porque sabemos que un día tendremos que parar...
Yo amo la montaña rusa... son fanática de la adrenalina... pero a veces empiezo a tener ganas de subirme a otro juego...


PS. I'd a better day coz of u... I <3 u

julio 05, 2009

De la cantina personal

Hay que ser muy supersticioso para escuchar a mi amiga L.
Yo, que lo soy hasta por debajo de las uñas de mis pies, la escucho con calma cada vez que me extiende la baraja española.
"Me estoy muriendo, y tú, como si nada...", empieza a cantar sintiéndose Lola, mientras va acomodando las cartas de diez en diez y yo me muerdo ya las uñas... "como si al verme, te alegraras de mi suerteeeee".
"¿Sabe que estás en casa?", me pregunta interrumpiendo por un segundo la letra de la canción. "Sí, lo sabe", contesto yo, sabiendo ya que su canción tiene significado, nombre y apellidos.
"Qué mal te hice, que no supiste perdonarme... qué mal te hice, que me pagas con la muerte", termina de cantar cuando posa la última carta.
"Y no se acerca... ni pregunta por ti... qué cabrón...", me dice, y yo suelto un suspiro.
"Me estoy muriendo, por tu culpa, por tu culpa", canta mi abuela, que se la sabe entera, como para ponerle soundtrack a lo que me dice L.
"Es que yo no sé qué le pasa", me dice ya medio enojada, "está pendejo, te quiere, pero te sacrifica. Si él sabe que te mata con sus cosas, ¿por qué chingados, entonces, dejarte así?".
"La puñalada que me diste fue trapera; de esa se salva quien no tiene corazón", cantan un poquito a dúo, mientras L sigue contando cartas.
Para ese momento, ya me acabé la uña del dedo meñique y empecé con el anular que quizá nunca ocupe...
"Lo dicho, se va a ir... ¿y sabes qué?, que te va a doler hasta el tuétano", me dice. "¿Más?", le pregunto, y no termino cuando ya asiente...
"Qué mala forma de pegarle a un corazón", termina de cantar mi abue, y yo ya me la aprendí...
-Pero, ¿por qué?, le pregunto.

-Ay, eso sí no lo sé; soy medio bruja, pero no tan chingona...
-Mmmm... Ya mejor me voy, que me mueves todo en la cabeza...
-¿Qué culpa tengo yo, de que te hayas enamorado así?
-Ya, ya... le digo cuando la dejé atrás... qué cabrón, sí; pero yo qué pendeja...
"Me estoy muriendo, y tú, como si nadaaaaaaa"...

julio 03, 2009

Cátedra magistral

Hace unos días, una vecina con la que no había cruzado más de dos frases repetidas en mi vida, me dio una cátedra magistral sobre dos temas trascendentales en la vida de una mujer: cómo responder a un "no te amo más", y a un posterior "perdóname, no sabía lo que decía... eres el amor de mi vida".
Mi vecina, E, ha tenido un solo hombre en su vida. Desde los 15 años, E estuvo unida a V como si se tratara de una pareja antigua, de esas que todo se perdonan y todo lo pasan. Con él, su primer novio, tuvo su primer beso, su primera desilusión, su primera reconciliación y un montón de primeras veces que nos podemos imaginar...
Luego de varios años juntos, E y V se casaron y tuvieron un par de niños bastante lindos, de esos a los que uno quiere mordisquearles las mejillas. Hasta ahí, la historia iba perfecta...
18 años después de su primer encuentro, un buen día, V llegó a su casa y soltó una de las frases más difíciles de escuchar: "E, no te amo más"...

Sobre cómo responder a un "no te amo más"
Por E, vía yo.

V-E, no te amo más...
E-¿Qué?
V-Que ya no te amo, que no quiero seguir contigo.
E-Bien, ya no me quieres...
V-No, ya no.
E-De acuerdo. Te agradezco los años que compartimos y los hijos que me diste... puedes verlos cuando quieras.

Y se fue... sí, con esos calzonzotes... Se llevó a sus hijos a casa de sus papás y continuó su vida "aunque siempre lloraba... fue toda mi vida...".
Como es de esperar, V, como muchos hombres que conozco, regresó...
Tres meses le bastaron para regresar y decirle la frase que muuuuuuchas conocemos: "perdóname, no sabía lo que decía... eres el amor de mi vida". Esos mismos tres meses, le bastaron a E para saber que él se había ido porque existía alguien más, y que esa alguien estaba esperando bebé...
"Fue tremendo", me dijo, "porque en ese momento me di cuenta cuánto me había amado, cuánto me había valorado, y también, cuánto la amaba a ella".

Sobre cómo responder a un "perdóname, no sabía lo que decía... eres el amor de mi vida"
Por E, vía yo.

V-E, perdóname, no sabía lo que decía... eres el amor de mi vida.
E-¿Qué?
V-Me equivoqué, por favor, perdóname...
E-Mira V, yo aún te amo, pero hoy no puedo perdonarte... No sé mañana, no sé dentro de un año, pero hoy... hoy no.
V- Pero E, me equivoqué, por favor, perdóname.
E-Ya te dije, yo aún te amo, pero hoy no puedo perdonarte. Cuando pueda hacerlo, te buscaré... mientras, déjame vivir en paz.

Y le cerró la puerta... sí, con esos calzonzotes.
Cuando me lo contó, me quedé muda. Luego le pregunté hacía cuánto había pasado eso.
"El viernes pasado", me dijo, y más muda me quedé...
Desde entonces, pienso que cuando sea grande, quiero ser como E...

julio 02, 2009

Manitas calientes

(Mi abueopenmind y mi tíaencantadora, al teléfono)

Abueopenmind- Hace muchos años, mi suegra me dijo que mi problema era que tengo las manos calientes...
Tíaencantadora- Entonces ese es el problema...
Abueopenmind- Ajá, ese es el problema, las manos calientes...
...
...
...
...
...
No sean malpensados, mi abueopenmind y mi tíaencantadora me dieron la razón por la que la cocina y yo no somos amigas... no es que no sea hábil, es que ¡tengo las manos calientes!
BTW, ellas hablaban de ¡tamales!

julio 01, 2009

Extreme makeover, mental edition

Tengo una conocida, E, que es fiel seguidora del dicho popular "el que no enseña, no vende". Por eso, se la pasa de antro en antro con minivestidos y superescotes, y siempre, siempre sale con ligue...
Yo, que soy como un hongo y sólo conozco cuatro bares, a los que siempre voy con la misma gente, le tengo una envidia tremenda por no tener jamás la necesidad de pagar sus tragos y, además, tener la fortuna de conocer gente y lugares nuevos cada fin de semana.
"El que no enseña, no vende", me dijo de nuevo cuando contesté a su pregunta de siempre "¿Cómo se llama al que tienes que presentarme?".
Yo no soy propiamente la mujer que más se cubre sobre la faz de la Tierra... soy fiel creyente del poder de los escotes profundos y los uso cada que puedo, pero eso no significa que esté de cacería...
"Ese es el problema", me dijo ella, "que no andas de cacería, no te sientes sexy".
Cuando me lo dijo, pensé que estaba loca y que desvariaba por el hecho de que hace muuuuuuuuuucho tiempo no le doy un nombre, no salgo con ella y alguienes más y esas cosas, pero luego pensé que tiene razón: no me siento sexy.
La calamidad ex presente decía que yo era la mujer más sensual, más sexy, que él hubiera conocido jamás. Me lo dijo durante los más de seis años que fuimos amigos y, la verdad, me lo creía un poco cuando lo escuchaba salir de sus labios; luego, se me olvidaba.
Él era el único que ha utilizado esas palabras: sexy, sensual... y al único al que medio le creí.
"A ver, ¿cómo, exactamente, te sientes respecto a ti?", me preguntó E, luego de que me quedara callada y no le dijera, como siempre, que estaba loca.
-Puesssssssssssss... como alguien no sexy. Ay, sabes bien que soy medio bruta para los ligues, y que siempre me fijo en quien no debo, y que... y que... y que... (un montón de 'y qués' que no interesan ahora y que no balconearé).
-Ay amiga, mira... yo creo que eres sexy, que tienes potencial suficiente para ligarte a cualquier wey en un antro y esas cosas. El punto (ya va a empezar...=S) es que tienes toda esa idea feminista de que lo mismo da si tú te acercas o lo hace él, si tú pagas tus tragos, si tú te abres la puerta del coche... Debes cambiar de actitud, que te salven un ratito, que se sientan superhéroes...
Cuando terminó de aventarme el rollo, me di cuenta de que la razón por la cual no ligue no es que no me sienta sexy, eso es lo de menos... sino que creo en la equidad de género...
Habérmelo dicho antes!! Me hubiera ahorrado bastante dinero...